Moldeando de la nada un todo.

 

Desfiguramos un caminar para construir unas andanzas.

Y llegamos a aquí, a esto. A estos augurios.

 

A estos tiempos de silencio y ligereza.

A estos momentos de observación y retaguardia.

A estas relaciones de escucha y valentía.

A estos lugares de seguridad y confianza.

 

Y desde aquí, desde este ahora nuevo y desconocido espacio, miramos al pasado sin reconocerlo y nos gusta. Nos gusta mucho, porque no nos reconocemos a nosotros mismos en él.

Pasamos a ser otras personas, a pensar y sobre todo a sentir diferente.

¡Qué alegría!

Porque la paja desbrozó al grano y lo importante desbancó a lo urgente.

La vulnerabilidad cobró fuerza y la fuerza se tornó inteligencia.

Ahora, este ahora es.

Es la siembra de lo cosechado, el destilado de lo vivido.

Y el futuro se maneja diferente.

Gracias a los ancestros, al pasado por permitirnos viajar en hombros de gigantes y a nosotros por saber donde desembarcar y a qué polizones no invitar y luego, sólo después aparecieron ellos, los otros, los nuevos, que eran los de siempre pero que nos costó la vida descubrirlo.

(Ago.24.20)

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