No faltes a tu palabra.
Mi palabra vale más que mi dinero. ¿La tuya? Sobre todo lo que más protejo es lo que me apalabré a mí. ¿Y tú? ¿qué haces? ¿Cumples con tus promesas hacia ti o vives en permanente débito contigo mismo? ¿Has pensado que, para más inri, esa es la única deuda que además te convierte en deudor y acreedor?. Yo de ti no me seguiría haciendo por más tiempo ese flaco favor. No sigas las modas. Sí, has leído bien, las modas. Está tan de moda que hasta le han puesto un palabro, un nombre bello: Procrastinación será porque se encaja mucho mejor ser un procrastinador que un vago que no se sabe cuidar. Si las mismas indolencias las tenemos como padres, seremos incapaces para la guarda y custodia. Si las tenemos como profesionales, seremos trabajadores incompetentes. Si las tenemos con el prójimo seremos sociópatas/psicópatas, pero si las tenemos con nosotros mism@s somos sólo procrastinadores y ni siquiera está penado!. Para más ironía millones de personas se ríen con crueles chistes sobre la incapacidad de mantener los propósitos del 1 de enero o de los principios de cursos y es una conveniencia social unirse para compartir carcajadas de frustración. ¡Por Dios! ¿Qué nos está pasando?? ¿Cómo a jodernos viv@s a nosotr@s mism@s le podemos quitar tanto hierro? Transitar habitualmente por la frustración te mina los cimientos, te revienta la autoimagen, sé consciente de eso y decide si realmente quieres seguir haciéndotelo. Si no, si quieres caerte bien, estar a gustito contigo…cumple con todo lo que decidas. Cúmplete. Se fiel a ti mismo. Declárate lealtad. Hónrate. Y lleva a cabo lo que te prometiste. Siempre. Es sencillo. Cuando tomes decisiones no seas arrogante, ni pretencioso, ni fantasioso. Sé realista con quien eres hoy y decide sólo un poco o un mucho por encima de tus posibilidades. Por encima, sólo, lo que te prometa crecer y no frustrarte!!!
(Enero 2017)